No se puede decir que sea una "loba de mar", la verdad es que siempre me han gustado mucho los barcos (vengo de familia de tradición marinera) pero lo cierto es que me mareo muchísimo. Pero ya sabéis que por darle el capricho a quien quiero soy capaz de casi todo. Así que en modo sorpresa me llevé a mi chico a navegar por las aguas del Mediterráneo en nuestra última visita a Salou.
Contacté por internet con la empresa Vente a Navegar de Vanesa y Carlos, una pareja majísima, y salimos el domingo por la mañana a navegar en su velero de 9 metros en un día fresquito pero delicioso. Desde el primer momento disfrutamos de la hospitalidad a bordo, con cervecitas, picoteo... y de las explicaciones que Carlos nos iba dando sobre las particularidades de navegar a vela y todos los elementos del barco.
La experiencia fue magnífica y tuvimos la oportunidad de colaborar en las tareas de marinería e incluso de llevar un ratito el timón. Navegar a vela es una delicia por la calma que se respira, la tranquilidad, el contacto con el mar y el silencio sólo disturbado por el mar y la buena conversación con nuestros compañeros de travesía.
Cómo sería de buena la experiencia que en nuestra siguiente visita repetimos y aunque ellos tenían completo su barco Carlos y Vanesa nos buscaron otro para que pudiéramos navegar. Con Pepo y su barco estuvimos también de lujo y hasta celebramos un cumpleaños a bordo. y todo a pesar de que el mar estaba revuelto, hacía mucho viento y la travesía fue mucho más cañera que el primer día con el barco escorado y virajes espectaculares. Muy divertido.
Después de estas experiencias marineras nos declaramos fans incondicionales de la navegación a vela. Por cierto... No me maree nada en ninguna de las dos ocasiones y teniendo en cuenta que en la segunda el estado de la mar no ayudó nada... me siento preparada para mi tercera ¡Vente a navegar!
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